Siempre me
gusta decir que a mí mis dos hijas me “salvaron”. Produjeron tal revolución en
mi vida que me obligaron a mirarme por dentro, enfrentarme con viejos fantasmas
y reinventarme. Finalmente tenía dos opciones: ahogarme en una depresión o
buscar aquellas herramientas que tenía en mi interior pero que estaban
aparcadas en un rincón de mi alma, sin usar, llenas de herrumbre pero
finalmente útiles e imprenscindibles para mi nueva vida.
Esas herramientas
son aquellas que te empujan a mejorar tu vida, a enfrentarte al pasado, a
recuperar tu poder como mujer y finalmente a saber quién eres y qué quieres en
tu vida. Todo esto
hará posible que sepas con firmeza qué educación quieres dar a tus hijas y
actuar en consecuencia. Si no andarás
perdida, dando palos de ciega, buscando respuestas fuera a lo que tienes
dentro.
Sin embargo
el proceso del que hablo no es fácil. Hay multitud de libros que hablan del
proceso físico del embarazo pero casi ninguno de la vivencia trascendental que
en la vida de cada mujer supone el
gestar en su vientre un hijo, el pasar por el
parto y el llevar el mayor peso de su educación durante muchísimos años
de su vida. Casi toda la literatura al respecto idealiza la maternidad sin
pararse a mirar el lado más intimo de
cada mujer, sus dudas, sus lágrimas y sus alegrias ante el hecho de dar vida a
otro ser y acompañarlo en el camino.
Indudablemente
si los que dieran a luz fueran los hombres no nos cabrían los libros al
respecto en las estanterías. Sin embargo la sociedad patriarcal en la que hemos
vivido durante muchísimos años ha hecho que el proceso vital que supone la
maternidad se haya invisibilizado. De lo que sí se
habla es del instinto maternal o lo que es lo mismo, que por ser mujer como por
arte de magia tienes que querer ser madre una vez llegada a una edad y por ende
saber serlo y asumir la maternidad como una renuncia de ti misma. Cuanto más
sacrificio haya mejor madre serás. Esto
ha hecho que problemas tan serios como la depresión postparto haya sido objeto
de critica por las mismas mujeres con comentarios tales como: eso es de
mimosas, còmo va a rechazar a su hij@ ¡¡¡está loca!!!,etc.
Imaginense el
sentimiento de soledad y desconcierto de una mujer a la que se la presupone
feliz porque acaba de ser madre y se siente fatal, ve a ese niño/a que acaba de
tener como algo ajeno y encima es criticada. Normal que quiera desaparecer ¿no
creen?
SER MADRE HOY
Y CÓMO LA SOCIEDAD MODERNA HACE QUE LA COSA SE COMPLIQUE
Por
si fuera poco en la actualidad las cosas se nos hacen aún más complicadas.
Amparadas en una supuesta igualdad entre géneros que no existe, se nos exige
que seamos bellas, profesionales, amantes de nuestras parejas, amas de casa y
encima madres...¿alguién me puede decir cómo se pueden conjugar todas estas
cosas a la vez en una misma persona?
Por si esto
fuera poco el concepto de familia tradicional ha cambiado. De modo que hace
apenas veinte años era normal que las mujeres estuvieran acostumbradas a tratar
con bebes pues la convivencia entre tíos,tías, sobrinos, abuelos y abuelas era
el pan de cada día. Hoy perfectamente puedes convertirte en madre sin haber
cambiado un pañal en tu vida y encontrar en tu bebe un cachito de ti, que
quieres pero que te da miedo hasta el hecho de tomarlo en brazos.
En esos momentos
de aturdimiento todo el mundo te aconseja y eso te hace sentir más perdida aún.
Encima te miras al espejo y no te reconoces, las hormonas a mil y piensas que
has perdido tu vida y mil dudas te aturden ¿serás capaz de salir adelante con
esto?, ¿serás buena madre?
Todo esto se une
al papel desubicado que tiene el hombre. Su vida también ha cambiado y en su niñez no tuvo el modelo de un padre
implicado en la educación de sus hijos y mucho menos en el atendimiento de un
bebe, de dos a la vez ni te digo...Encima su mujer está pasando una revolución
interna y él no sabe como tratarla.
¡ EL BEBE YA ESTÁ AQUÍ!, ¿CÓMO AFRONTAR SU
EDUCACIÓN?
Lo
importante es evitar que se produzca la depresión postparto.
Este tipo de trastorno a veces no aparece recién producido el parto si no unos
meses más tarde. Esto aún desconcierta más a los que rodean a la recién
estrenada mamá.
Es
importante en esos momentos estar al lado de la mujer y de su familia
para ayudarle a tratar a la mamá.
Si no se produce
la depresión, es necesario reubicar a la mujer, darle herramientas para que se
conozca a si misma y decida cómo quiere que sea su vida a partir de ahora. La
coach en estos momentos tiene que ayudar
a la mamá a que descubra que, en realidad, ella es la mejor que conoce a su
hij@ y que por tanto es la que tiene que decidir cómo proceder con él en cada
momento.
Se trata de empoderar a la
mujer para que sea capaz de trazarse
unos objetivos de vida y educativos con su hijo y cumplirlos. Para ello a lo mejor tendrá que buscar orientaciones
pero ya no se dejara llevar por lo que un día lee aquí o lo que le dice alguien.
Será capaz de seguir un camino que se ha trazado previamente según sus
valores y concepciones vitales.
PAPEL DEL COACHING FAMILIAR
Es
fundamental introducir el coaching como un servicio al que pueda acudir en un principio la mujer tanto desde la preparación al parto como en
cualquier momento después de nacido el niñ@.
El papel del
coach será ayudar a la madre en particular
a encontrar dentro de ella las
herramientas que le ayuden a enfrentar su maternidad de la mejor manera posible,
trazandose unos objetivos y llevándolos a cabo. En esos momentos se puede
plantear un coaching grupal donde las
mujeres embarazadas encuentren un lugar
de encuentro, donde poder trazarse objetivos acerca de cómo vivir su
embarazo, disfrutándolo al máximo y preparandose para el gran día, en el que
tenga que recibir a ese pedacito de ella que será su hij@.
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